Hace un par de semanas, en un programa de la televisión abierta se emitió un reportaje sobre la aparición del fantasma de un niño con toga en los restos del monumento funerario romano de la Torre Ciega de Cartagena, un “fenómeno paranormal” que, según el programa, “atormenta a los trabajadores y habitantes de la localidad”. Más allá de una doble equivocación al referirse a la posibilidad de que el fantasma fuese en realidad un niño que llevaba puesto un vestuario de época, debido a las fiestas de Moros y Cristianos, que no se celebran en nuestra ciudad y tampoco incluyen túnicas y togas en el vestuario de sus festeros, la intención de este escrito no es criticar el reportaje sino, por el contrario, aprovecharlo para reflexionar sobre el maravilloso poder que tiene la sugestión para el cerebro humano. Y para ello, como no podía ser de otra forma, citaremos algunos resultados de investigaciones tan rigurosas como creativas e interesantes, que nos aclaran algunos de los mecanismos involucrados en la visión de fantasmas.
Néstor Jorge Giuliodoro Molinaro
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