miércoles, 28 de marzo de 2018
MARTES SANTO - CARTAGENA 2018
Cuando eran las nueve de la noche en el reloj del Arsenal comenzaron a salir los tercios que constituyen el grueso de la procesión unificada que, más tarde, pudieron ver los espectadores ubicados en la Plaza de San Sebastián y las calles Mayor, del Cañón y del Aire: los guiones de la cofradía, el estandarte californio acompañado de las penitentes del Prendimiento, el carro bocina y el tercio de granaderos. Mientras tanto, dentro se desarrollaba la despedida del Primado entre la expectación del público que llenó el patio de armas y que siguió al santo cuando, sobre las diez, irrumpió en la calle Real.
Simultáneamente, las procesiones de San Juan Evangelista y Santiago Apóstol se ponían en marcha en otros puntos de la ciudad, pero tras sendos ceremoniales similares a los del Arsenal. En el caso del Discípulo Amado, su salida fue multitudinaria, ya que todos los actos se realizaron en la calle, sin necesidad de invitación de ningún tipo para presenciar el arriado de la Bandera y el toque de oración, a cargo de un pelotón de honores y la banda de guerra del Regimiento de Artillería Antiaérea 73 (RAAA 73).
Una ovación del público recibió al tercio de penitentes de San Juan en la Plaza de López Pinto, como antes hizo con el trono de estreno del titular, todo cuajado de flor blanca. Tras la despedida, la procesión se puso en marcha por la calle de la Caridad, rumbo a la Plaza de San Sebastián. La consejera de Transparencia, Participación y Portavoz, Noelia Arroyo, acompañó a la directiva sanjuanista que preside José Martínez Monerri.
Con las salvas de ordenanza correspondientes a quien es patrón de España, el trono de Santiago Apóstol -cuajado de flor, incluidos los detalles con los colores de la Bandera- maniobró para salvar los árboles que ensombrecen la terraza del Gobierno Militar y franquear su verja en dirección a la calle General Ordóñez. Este santo militar también fue despedido con enaltecedoras palabras por el comandante militar de la Región, coronel jefe del RAAA 73 y morador de ese palacete con vistas privilegiadas a la bocana, Enrique Silvela. El recinto militar también estaba repleto de invitados, emocionados con el ceremonial previo, visible desde el exterior gracias a las pantallas de vídeo que colocó la Agrupación de Santiago, que preside Manuel Salmerón.
La escasa distancia existente entre los tres cuarteles -en comparación a la longitud de los tres cortejos, repletos, además, de nazarenos- hizo que poco después de las nueve de la noche pudiera formarse una sola procesión en una Plaza de San Sebastián atestada de público. Allí estuvo también la ministra, en Capitanía, acompañada de López Miras, admirando a los tres apóstoles que en Cartagena tienen fuertes raíces militares. Sólo el racheado y molesto viento que entraba por la calle Mayor inquietó a los procesionistas, por si derribaba capuces y enredaba capas en las cañas de los hachotes en movimiento. No ocurrió nada de eso. El desfile de tercios y tronos, cada uno con su estilo, estuvo a la altura de la fama y el predicamento que tienen entre los procesionistas cartageneros. Como está escrito.
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